Charlas de Mamá Luna


Consultas de lactancia gratuitas en el correo lactanciaml@gmail.com y por teléfono en el 605796913 o en el 660748683 (si no lo cogemos, llama un poco más tarde o envíanos un correo con el número de teléfono fijo al que quieres que te llamemos).





sábado, 26 de mayo de 2012

Hijos y, sin embargo, personas


Esta mañana he podido asistir a la charla de Rosa Jové  en el II Ciclo de Conferencias de la asociación Besos y Brazos (estupendo y muy recomendable, por cierto). Rosa ha empezado su  ponencia con una historia capaz, me parece, de desarmar a cualquier padre por más estricto que sea: una familia, en los años en los que todavía no se estilaba eso de los niños hiperactivos, llevó a su hija al psicólogo porque no había manera de que se estuviera quieta. La pequeña era puro nervio, no dejaba de moverse ni un segundo. El terapeuta, después de hablar con los padres sobre lo que sucedía a su hija, hizo que salieran de la habitación. Entonces puso la radio, salió él mismo de la sala y volvió al cabo de un rato. La niña estaba moviendo su cuerpo al son de la música, bailando, como si el sonido sirviera para canalizar la inquietud que recorría su cuerpo. El psicólogo llamó a los padres y les dijo: “Enhorabuena, tienen ustedes a una bailarina en la familia”. Sus padres inscribieron a la pequeña a clases de baile, y hoy es una de las bailarinas y coreógrafas más conocidas de Estados Unidos.

Cito la historia de memoria y he podido cambiar algo, pero básicamente era así. Después de oírla no puedo evitar preguntarme: ¿cuántas vocaciones se frustran, o quedan al menos parcialmente frustradas, porque algunos padres se empeñan en pretender guiar los destinos de sus hijos? Pasan los siglos, los milenios, y los padres, antiguos y modernos, no dejamos de tropezar con la misma piedra: pensar que nuestros hijos son meras extensiones de nosotros mismos, a lo sumo mascotas a quienes tenemos el deber de “educar” –entendiendo “educar” como obligar a hacer lo que a nosotros nos parece- o, en el peor de los casos, una nueva oportunidad de realizar nuestros sueños o, mejor dicho, de que otro realice nuestros sueños.

“Los niños normales interrumpen, juegan, se mueven...”, decía Rosa Jové. Y yo añado: y hacen lo que quieren, incluso hacen a conciencia lo que nosotros les decimos que no hagan. ¡Es normal! Apenas han llegado a este mundo y han de comprobar por ellos mismos qué es eso de ser una persona independiente. Yo quiero que mi hija sea independiente, o mejor dicho, interdependiente, como lo somos todos, y por eso mismo le daré todo el cariño y el apoyo que necesite siempre que lo necesite y, al mismo tiempo, respetaré sus decisiones –entre otras cosas, porque confío en ella- y seré feliz viendo cómo construye una vida, su vida, diferente a la mía.

Decía Rosa Jové: ¿cómo evitar rabietas y conflictos? Primero, una llamada al sentido común: si el niño es muy pequeño, y lo que hace no afecta a su integridad física, ¡déjale que haga lo que le dé la gana! Nos pasamos el día pretendiendo que los niños hagan lo que nos viene bien a nosotros, y también tienen derecho a hacer ellos lo que quieran, aunque a nosotros nos parezca, a veces... er... curioso.

Después, y si no podemos dejarle hacer lo que quiere: en la primera infancia, cuando no hablan, solucionar la molestia que tengan (¡¡¡los bebés siempre lloran por algo, y para ellos los brazos, por ejemplo, pueden ser tan importantes o más que para nosotros comer!!!), o evitar la situación que provoca la rabieta (no dejar dulces a la vista, por ejemplo), o distraer (ese recurso que tan buenos resultados da con los más pequeños). Y si nada de eso funciona, simplemente, consuélale.

Cuando ya hablan, podemos utilizar el diálogo y la negociación. Para eso, tres pasos: comprender, educar, y dejarles elegir. Por ejemplo: “Entiendo que quieras seguir jugando en el parque. ¡Aquí se está genial y es mucho más divertido que estar en casa! (comprensión). Pero ya es tarde y si no vamos a casa pronto, mañana estaremos muy cansados (educación). ¿Qué prefieres, estamos cinco minutos más y luego vamos a casa, o estamos un cuarto de hora y luego para compensar intentamos irnos a la cama un poco más rápido que otros días?” (Elección).

También habló de la importancia de comprender sus sentimientos, no sus actos, de buscar continuamente el espíritu de decir de forma amable las cosas intentando entender al otro (y expresarlo), de lo que bien que funciona esto también con los adultos, de cómo los padres y profesores funcionan como modelos que los niños imitan y de que es posible educar sin castigar. Y algo que me llamó la atención especialmente: “Si negocias y medias con los niños, ellos aprenden a negociar y a mediar”. Contaba Rosa que habían elegido a su hijo delegado de clase y mediador de conflictos entre los alumnos. ¡Menuda profesora ha debido de tener!

Detrás de todo esto me parece que hay algo fundamental: el respeto a los niños como a cualquier otra persona y la conciencia de que son seres distintos a nosotros. Por más que para los padres nuestros hijos siempre serán, de alguna forma, parte de nosotros, no podemos olvidar que son seres independientes con sus sueños, sus deseos y hasta sus propios problemas –no los nuestros- y que nuestro papel es darles esa base segura desde la que emprenderán el vuelo. Cuando ellos quieran, como ellos quieran, y hacia donde ellos quieran. Yo, desde luego, ayudaré a mi hija a que sea la mejor ella misma posible. Creo que es la ayuda que todos hemos deseado alguna vez.

Lorena Cabeza.  

viernes, 25 de mayo de 2012

Sobre el taller Cantar y Bailar. Por Olga Rebato Aragón

Tendría que haber escrito esto antes, pero eran tantas las emociones que hubiese sido complicada la síntesis.  Veremos a ver cómo se me da hoy.

Ya cuándo se propuso el taller tuve el deseo de asistir, aunque sospechaba que me moriría de vergüenza (razón que ya hace mucho tiempo no me impide hacer lo que me apetece), y no me equivoqué. 

Desde el inicio del taller y hasta más allá de la mitad, sentí que para hacer lo que se me pedía hubiese tenido que tomar algún tipo de estimulante y en más de una ocasión tuve que frenar mis ganas de salir disimulando y no volver…

Pero me quedé y entonces llegó el momento de la relajación, de la conexión…

Allí estaba yo, conmigo, con mi útero, con mi hija, con mi madre, con mis abuelas y mis hermanas, con mis amigas, con las mujeres a las que he acompañado y con todas las que estábamos en aquella sala.  Y sentí que éramos una: todas en mí y yo en todas.

Entonces comencé a llorar, no era un llanto triste, ni desesperado, ni angustioso.  Mis lágrimas fluían tranquilas aunque no podía pararlas…

Me encantó la experiencia y me ha dado para bastantes días de reflexión.

Gracias a Esther y a todas las que compartisteis conmigo ese momento único.  Fue un verdadero placer.



viernes, 18 de mayo de 2012

Ciclo Conferencias "Besos y Brazos"


Desde Mamá Luna, os animamos a que asistais a este ciclo de conferencias que organiza Besos y Brazos. Lo vemos de especial interés no solo por el contenido como también por la calidad de los ponentes.
Algunas socias asistiremos, si teneis alguna duda, no dudeis en consultarnos.


lunes, 7 de mayo de 2012

BABY BOOM: Lo que veo, lo que pienso, lo que siento.



Por: Olga Rebato Aragón

El viernes pasado, con una semana de retraso, encontré el momento para ver el primer programa, después enlacé con el segundo que ponían en la tele.
Durante la semana intenté leer lo menos posible sobre el tema para no condicionarme.  Así es que allí estaba yo, delante de la pantalla de mi ordenador, sin prejuicio alguno, expectante.

LO QUE VEO

Comienza el programa.  Uno más de telerrealidad.
Veo madres y padres (cuándo los hay) intentando controlar sentimientos.  Veo ilusión, amor, egoísmo, miedo, generosidad, inseguridad, esperanza, deseo…
Veo familiares que esperan, familiares preocupados…
Veo familias viviendo su momento, que está condicionado por lo que han vivido antes y que condicionará lo que vivirán después.
Y veo profesionales… (¿profesionales?) que dicen que tienen el mejor de los trabajos, que es un lujo compartir esos momentos con las mujeres, que no se ven haciendo otra cosa… Eso es lo que dicen….

LO QUE PIENSO

Pienso que estos profesionales, lo son, pero solamente de una parte de su trabajo.  Son profesionales de la intervención y no del acompañamiento.
Pienso que muchos de ellos  se sienten protagonista del momento, poniéndose medallas cuándo todo sale bien y culpando a la madre cuándo sale mal.
Pienso que algunos de estos profesionales sufren de corporativismo cuándo acusan a las doulas de intrusismo profesional  porque dicen que ese papel (el de acompañamiento) ya lo hacen ellos, cuándo este programa demuestra que esto no es así…
Y pienso que es una pena que estas mujeres vivan esa experiencia de parto tan pobre, cuándo no terrible, y que tengan poquísimas oportunidades de experimentar lo que realmente se siente cuando una madre se convierte en la protagonista de su propio parto.

LO QUE SIENTO

Siento la vulnerabilidad, el desamparo, la soledad, el maltrato de esas madres en un momento tan importante de sus vidas.
Siento la impersonalidad, cuando los profesionales (esos profesionales porque yo he tenido la suerte de parir a mi hija con la mejor de las matronas: una mujer respetuosa, cálida y amable) se presentan sin ni tan siquiera mirar a la cara,  sin tocar.
Siento la “infantilidad”, cuando los profesionales desde la superioridad no dan alternativas sino que informan (en el mejor de los casos) de lo que van a hacer.
Siento la cosificación, cuándo se ríen de las mujeres (aunque sea a sus espaldas), cuándo las sacan de sus partos para molestarlas con tonterías, cuándo las ningunean, cuando las aterrorizan con sus comentarios sin ningún tipo de miramiento.
Siento impotencia cuándo veo que esas mujeres no están acompañadas en su proceso, no están siendo tratadas como una persona única con su particularidad, cuándo veo que no se siguen las recomendaciones de la OMS ni de la Estrategia para la Atención del Parto Normal…
Siento pena, mucha pena porque esto no debería ser así, porque aunque, se muestre cómo lo normal, no lo es y porque si no muestran otros tipos de parto y de trato, mucha gente no tendrá con lo que comparar y se quedará con esa imagen triste y oscura de uno de los momentos de más luz en la vida de una mujer…
Y siento mucha rabia porque al final, como siempre, el maltrato queda tapado por la alegría y la emoción del inicio de la vida.